Desde los barrios marginales, el rap nació a modo de protesta en Estados Unidos a fines los años setenta, como parte del movimiento del hip-hop. Desde hace algo más de una década se volvió un fenómeno creciente en hispanoamérica e incorporó en muchos casos, un mensaje combativo contra un sistema de opresión.
Daniel Devita es uno de los exponentes más relevantes del hip-hop argentino contemporáneo. Sus letras de gran tenor social marcan su compromiso político por la liberación de Latinoamérica y promueven la reflexión sobre aquellos temas que atraviesan la actualidad. Por ello, la Defensoría del Público lo invitó a formar parte del jurado del concurso “Rap y Medio” donde tendrá que elegir, junto a las cantantes Miss Bolivia y Malena D' Alessio, la mejor producción de rap o trap realizada por chicxs entre 16 y 25 años, que hable sobre la relación que tienen los jóvenes con los medios y las plataformas digitales.
En conversación con Plaza, Devita asegura que este proyecto será “un punto de partida para conocer, a través de la música, cómo los medios de comunicación ven a esta generación que está siendo protagonista de la escena cultural y del debate social en este momento”.
-El rap nació en norteamérica para que los jóvenes, en especial los afrodescendientes, contaran lo que veían en sus barrios. En ese sentido el rap se parece mucho a lo que hacen los medios: cuentan lo que pasa ¿Pero hoy no te parece que a los medios le falta un poco de ese espíritu rapero?
Hay una distinción, una tónica que siempre tuvo el rap: los noticieros, los diarios y todo lo que tiene que ver con las noticias, influyen muchísimo en el contenido de las canciones. Siempre hubo una alimentación muy importante de los medios hacia el rap. Esa relación a veces era muy positiva porque el rap servía para informarse de otra manera, con un lenguaje y de una forma que llegaba mucho a los jóvenes. Algo importante que ocurrió a partir del gran debate que se dio en Argentina pero también a nivel mundial, fue empezar a evaluar qué rol ocupan los medios y a identificar la línea editorial de cada uno y de comprender que por más que un noticia salga en un diario o en la televisión no significa que sea verdad. Esto empezó a generar mucho debate y en las canciones estaban muy presentes estas cuestiones. Evaluar quién te está mintiendo y por qué algunos medios dicen unas cosas y otros dicen completamente lo contrario, fue algo que nutrió muchísimo al rap.
Siempre se habló del rap como el diario de los barrios donde se ha combatido la corrupción, y el despotismo desde el Estado y desde las corporaciones. Gracias a esta música, que representa la voz del pueblo, de la gente trabajadora, de lo que ocurre en los barrios, te podés encontrar con una radiografía mucho más genuina de lo que está ocurriendo en la sociedad a diferencia de lo que ves cuando encendés la televisión. Estamos más cerca de la realidad que los noticieros.
Medios y rap
¿Creés que hay lugar para el rap en los medios de comunicación? ¿Qué sucede con este género musical en las plataformas digitales?
En los medios de comunicación quizás falta representación teniendo en cuenta lo importante y lo contundente que está siendo el fenómeno, pero al mismo tiempo te diría que ya es algo que está completamente emancipado. Hoy vemos que a muchxs chicxs les sirve más hacer un Live desde su propio Instagram, donde tienen 10 millones de seguidores, que aparecer en la televisión.
Eso también encierra una trampa, porque si solamente medimos los números nos vamos a quedar con un análisis que vale, pero es solamente una cara de la moneda. Hoy tenemos chicos y chicas que están girando por todo el mundo, que tienen millones de seguidores y capaz que para quienes miran televisión, son desconocidos. Entonces se genera esta situación en la cual los medios de comunicación son una ventana que llega a distintos sectores a los que el rap todavía no.

Es genial esta tremenda masividad que hay a través de Internet, segmentada a un público, enorme pero es muy específica. Y el rap y el trap son fenómenos que súper vale la pena que sean conocidos por todo el mundo. Están pasando cosas que son mucho más genuinas y al mismo tiempo mucho más comerciales pero no hay un correlato en los medios que le haga justicia.
-¿Cómo haces para mantenerte bien informado?
Elijo los medios tradicionales pero a través de YouTube donde la oferta de información se equipara. Ahí puedo ver un recorte de un canal de televisión, de radio y productos informáticos que se generan para YouTube y para distintas plataformas. Puedo escuchar a un periodista que está hace mucho tiempo en la tele y a una persona que empieza a informar a través de las redes. Eso es más posible ahora, que los algoritmos más o menos saben mejor qué es lo que uno tiene ganas de ver. Le dedico bastantes horas al día a informarme y trato intencionalmente de equiparar el consumo de medios alternativos y de medios tradicionales.
Las herramientas que tenemos al alcance de la mano son excelentes y sirven muchísimo para darnos una idea más profunda de qué es lo que está ocurriendo y quiénes son los protagonistas de lo que sucede día a día. Esto de informarse por pares, por personas que quizá tienen tu misma edad, por gente que no tiene la presión de un medio corporativo y sus intereses, todo esto hoy nos brinda la posibilidad de saber dónde estamos parados.
-¿Cómo ves representada la figura de los jóvenes en los medios?
En los noticieros y todo lo que tiene que ver con el negocio de la información siempre se buscan situaciones excepcionales para bien o para mal. Por ejemplo, cuando sale una noticia sobre un adolescente que hace algo muy horroroso o como caso excepcional un estudiante de una universidad que fue premiado, son situaciones sumamente excepcionales que se escapan completamente de la media y del común de los pibes. Tiene un poco que ver con la lógica de la información como mercancía y no como servicio a la comunidad.
También creo que quizás se busca ocultar este salto tan importante en que la tecnología le permite a una generación que está súper despierta empezar a participar. Y hoy vemos cada vez más jóvenes ocupando lugares de responsabilidad, siendo parte del debate público en distintas áreas, en distintas instancias de la música. Antes llevaba mucho tiempo para un músico transformarse en un referente y hoy tenemos pibes de 20 años que ya están consagrados. Esto no se da solamente por planificación sino por una cuestión etaria y porque la lógica de los medios de comunicación siempre ha sido muy hermética. Hoy les está costando y vienen corriendo detrás de la realidad que le pasa por encima.
-¿Qué pensás sobre el vínculo entre los adolescentes y la era digital?
Es impresionante, hay chicos de 12 años que tienen un bagaje de cultura general que sorprende. La explosión de la tecnología tiene que ver con esto pero también nuestro pueblo tiene un sello distintivo y toda una carga cultural que arrastra, porque Google no funciona solito y tiene mucho que ver con la información que busques, con lo que te interesa, con tu propia curiosidad. Entonces digo, está bien, hay un acceso a la información que es impresionante, pero también tenemos chicos muy despiertos y muy curiosos.
Las letras de tus canciones tienen una impronta muy fuerte en relación a la política y a la realidad social ¿Cómo recibe el público los mensajes de tu música?
Este es el lugar donde tenemos la posibilidad de tirarle piedras al sistema y decir esto está mal y hay que cambiarlo. Pero a la hora de proponer ideas, organizarlas y hacerlas viables, es decir, hacer política, esa palabra todavía genera terror. El rap es un género que tiene también una carga muy antigubernamental, antisistema, que está buenísimo para combatir lo que a uno no le gusta, pero la verdad es que esto hace muy difícil a la hora de construir si se tiene terror de plantear lo que uno piensa sobre la política.
Creo que tenemos un desafío enorme en ese sentido y el límite está ahí. Está buenísimo que se participe, que se reflexione y que la juventud esté despierta; el problema es cuando nos damos cuenta que proponemos ideas en pos de la organización colectiva --a esto le llamo política-- y eso genera mucho rechazo. Es la gran materia que tenemos pendiente y en lo que hay que trabajar para que el rap pueda terminar de sentarse en la mesa y que sea un factor de discusión y de decisión sobre qué mundo queremos y hacia dónde queremos ir.
-¿Cuál es la importancia de que un organismo público como la Defensoría organice el concurso “Rap y Medio”? ¿Y cómo recibiste la propuesta de ser jurado?
Cuando en 2017 estaba conversando con mi amiga Malena D'Alessio, un baluarte, un prócer del rap argentino, dijimos que tenía que salir un concurso de gente que se pusiera a componer y enfrentarse al desafío de escribir con una consigna que no te dijera qué, sino que te diera un punto de partida y un horizonte. Es buenísimo poder pensar una consigna que te saque de tu lugar de confort y te haga componer, donde ya no estás largando lo que tenés en la punta de la lengua sino que tenés que empezar a escudriñarla y a rascar bien de adentro para volcarlo en el papel.
El rap a la par de un género musical es un género literario; en el rap se escribe, las letras son largas, tienen sus propios recursos, su propia lógica. Y cuando se comunicaron conmigo para plantearme cuál era la consigna, cuál era la idea, me dije "esto es exactamente lo que veníamos pensando, lo que hacía falta". Creo que puede terminar siendo el proyecto cultural, a nivel estatal, más interesante del año. Estoy seguro de que van a salir muchas cosas súper interesantes y que puede ser un punto de partida para conocer a través de la música cómo ven los medios de comunicación a esta generación que está siendo protagonista de la escena cultural y del debate social en este momento. Es sumamente valioso.
Sabemos que hoy chicos y chicas consumen contenido que ofrecen las distintas plataformas digitales ¿Cuál es tu visión sobre los discursos de odio que circulan en las redes?
Es algo que está pasando en todo el mundo. Creo que hay que hacer mucho hincapié en el sistema educativo y en las familia; preparar y fortalecer la autoestima de los chicxs para que puedan enfrentar esas situaciones. Tenemos una canción que hicimos con el Cóndor Sbarbati de Bersuit, que se llama “Odiadores”, que sacamos en nuestro último disco “Patria Grande”, en la que hablamos del odio en las redes sociales y un poquito de cuáles son nuestras máximas y cómo lo tomamos nosotros. Y la idea es que la canción pueda ser tomada como ejemplo para encarar diferentes situaciones de odio. Hay que entender que muchas veces todos esos insultos y todas esas caracterizaciones hablan más de quien las escribe que de quien las recibe y que ese es un poco también el precio de la exposición. No debería ser así, pero es un poco el mundo que nos toca y tenemos que trabajar para ir cambiándolo. Generalmente esa gente que se dedica a insultar nunca forma parte de la discusión importante ni de la magia que se produce cuando uno hace cultura.
Tenemos que combatir toda esa cultura del odio y al mismo tiempo ser fuertes y prepararnos mentalmente para esto, que parece, vino para quedarse. Hay que aprender a utilizar el odio como recurso para reflexionar, para escribir, para producir y pensar que muchas veces esa gente que te quiere hacer daño es la que termina pavimentando caminos que son muy buenos.