Antaño -hasta fines de la década de los 80- la televisión era gratuita. Con tener un aparato receptor, el acceso a la oferta cultural y entretenimiento audiovisual en los centros urbanos, estaba garantizada. Pero lo que era gratuito hoy no lo es, y está cada vez más lejos de serlo.
Primero apareció la televisión paga, el cable, que se instaló con un nivel de penetración muy alto -alcanzó muy pronto el 83% de los hogares argentinos- compitiendo con la televisión abierta. En 1986 se habilitó el uso de los satélites para fines comerciales y en particular para comercializar contenidos audiovisuales, lo que abrió las puertas a los empresarios para explotar el negocio de las operadoras de cable; antes de eso -bien argentino- se colocaban budineras en las ventanas o balcones que cumplían la función de receptoras para bajar los contenidos de las emisiones satelitales que estaban restringidas.
Para ilustrar el crecimiento del Grupo Clarín, nuestra nave insignia de la concentración de la propiedad en los medios, hay que recordar que su posición dominante la alcanza a partir del control del negocio de la televisión paga en todo el país, Cablevisión.
La regulación estatal primero habilitó al Diario Clarín a operar televisión abierta y radio: desde los 90 el tándem Clarín, Canal 13 y Radio Mitre se volvieron una marca registrada. En seguida, el acceso al cable y el avance extorsivo sobre los cableoperadores de las provincias le permitió controlar 261 cableras en todo el país. La ley de SCA estableció un límite de 24 licencias de cable en todo el país, pero la justicia cautiva frenó el proceso de adecuación por años, y luego Mauricio Macri desreguló la prestación de la televisión paga a través de un decreto de necesidad y urgencia en el que se argumenta que las licencias de cable no son servicios de comunicación audiovisual.
Viejas novedades
En la historia de la radiodifusión en la Argentina, la relación entre el Estado y los prestadores privados titulares de licencia tiene una complejidad que excede una lectura sencilla acerca de la interacción entre regulador y regulado. Esas contradicciones surgidas de los conflictos y complicidades en la relación del Estado nacional y los poderes económicos locales dieron como resultado que el sistema de radiodifusión desde sus inicios se constituyera privado, concentrado y con el Estado subordinado a sus intereses.
La llamada convergencia tecnológica, acompañada de procesos globalizados con una fuerte concentración y extranjerización, sigue sumando sin pausa una pesada carga a nuestro gasto mensual en comunicación y consumos culturales: telefonía celular, Internet, canales con suscripción dentro de la misma oferta de la programación del cable, streaming audiovisual y musical, pack futbol y más packs, y todos aquellos contenidos de pago.
Son pocos/as los/as sub30 que puedan distinguir la diferencia entre un canal abierto y una señal de contenidos en cable, son “canales”, esta naturalización de los distintos regímenes de consumo y sus tecnologías manifiestan la invisibilidad del conflicto subyacente: pagar es constitutivo del consumir cultura. Pero puede no serlo. He aquí el rol de los estados frente a la desigualdad comunicacional: la discriminación económica está en el centro del conflicto del acceso a la cultura en tiempos de convergencia. Qué converge? Telefonía celular y básica, internet y televisión paga. Y allí dentro las plataformas de streaming. Así lo que converge no desconcentra, y quienes ofrecen los cuatro servicios no son cuatro empresas, es una sola, la empresa te ofrece el “cuádruple play”, autorizado durante el macrismo. ¿Cómo accedió Clarín a poder ofrecer telefonía? Previamente el estado le autorizó la fusión con Telecom/Personal, constituyéndose así en el primer prestador de servicios cuádruple play en Argentina a mediados de 2017. De esta manera la suma de los servicios de Cablevisión y Telecom a nivel nacional ofrecía los siguientes porcentajes de concentración: el 42% de la telefonía fija; el 34% de la telefonía móvil; el 56% de las conexiones a Internet por banda ancha fija; el 35% de conectividad móvil; y el 40% tv paga.
El Monitor de medios (Mom Argentina) elaboró un índice de concentración cruzada de audiencias de radio y televisión, que reveló que actualmente, el 59,24% de las audiencias se concentran en 8 principales grupos de medios:
- Grupo Clarín: 25,28% (6,84% radio, 10,62% televisión y 7,82% diarios)
- Grupo América: 7,25% (2,27% radio, 4,09% televisión y 0,89 diarios)
- VIACOM: 7,10% televisión
- Grupo Indalo: 6,62% (5,12% radio y 1,5% televisión)
- Fusión Prisa-Albavisión: 6,21% (4,33% radio y 1,88 televisión)
- La Nación: 2,97% diarios
- Cadena 3: 2,16% radio
- Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos (SFMyCP, Estado): 1,65% televisión
Si querés fútbol, nos vemos en Disney
Disney compró FOX a principios de 2019 (por la módica cifra de U$S 71300 millones) y sumó mucha confusión y alerta en la pasión futbolera argentina. Esta operación implica que ESPN y Fox Sports son hoy marcas del mismo conglomerado, que controla seis señales deportivas. Digamos también, aunque abrume, que Defensa de la Competencia debe resolver si -por casualidad- no estaría esta fusión incurriendo en una posición dominante, luego el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom), deberá decidir.
Disney a partir de la adquisición de Fox tiene los derechos de transmisión para Argentina de la Champions League y la Europa League, los del fútbol argentino de Primera División (junto a TNT Sports) y los de las ligas de Inglaterra, Italia, España, Francia, Alemania y la Major League Soccer. También transmite la NBA, los torneos ATP de tenis, la Fórmula 1 y los Mundiales de Rugby y Hockey, entre otros.

La Copa América y la Eurocopa fueron las dos competencias internacionales de fútbol que ocurrieron simultáneamente y su televisación estuvo endemoniada para las audiencias, hasta para confundir al más despierto en contratación de packs. La Copa América la transmitió TyC y la TV pública -con una porción minoritaria de partidos-, aunque muchas veces nadie transmitía ningún partido mientras se disputaban. Para la Eurocopa 2021, Directv Sports transmitió los 51 partidos de la competencia y TNT Sports solo tuvo una porción minoritaria de cotejos. Es decir que todos los partidos fueron de acceso restringido, oneroso, a excepción de los que transmitió la TV pública. Los clientes de operadoras de cable que pagan su abono, y además pagan el pack fútbol, no pudieron visualizar todos los partidos de la Eurocopa.
TNT Sports y Disney (a través de Fox Sports) son los dueños de los derechos de televisación del fútbol hasta 2022, con opción de renovar esos derechos hasta 2026. Por su parte, la empresa Torneos y Competencias fue la encargada de la producción de la transmisión de los partidos de fútbol para las señales de DirecTV Sports, los del fútbol de primera división para Fox Sports y TNT Sports. Ahora es muy probable que haya cambio de mando, y que sea la productora Pegsa que dirige Agustín Pichot, ex Puma, la que producirá todos los contenidos deportivos para Disney, es decir, para todos.
La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) dispuso la obligación de la trasmisión de “eventos deportivos de interés relevante” de forma gratuita, para garantizar el acceso igualitario, recordemos que lo único gratuito es la televisión abierta, y el programa “Fútbol para todos” lo garantizaba. La facultad del gobierno de definir la lista de eventos de interés relevante es una herramienta clave para regular los intereses mercantiles por cobrar su servicio y los intereses del público mayoritario: sobre el fin del mandato Cristina Fernández, el 1° de diciembre de 2015, el gobierno incluyó a los partidos de Primera A, de la B Nacional y el Torneo Federal de fútbol, amistosos y partidos oficiales del seleccionado nacional, final y semifinal de Copa Libertadores y Copa Sudamericana (siempre que actuara un equipo argentino), todas las categorías del automovilismo, a la Liga Nacional, el Torneo Nacional de Ascenso y el Torneo Federal de básquet, las peleas de boxeo en las que hubiera participación de argentinos, Nacional de Clubes de Rugby, el Torneo de la URBA, el Sudamericano de Rugby y el 4 Naciones, además de torneos de tenis y de voleibol, Juegos Olímpicos y Paralímpicos que se disputaron en 2016 en Río de Janeiro. En las antípodas, en 2018, el ex presidente Macri le abrió la puerta al interés de las corporaciones privadas, definió de interés relevante solo los partidos oficiales de los diferentes seleccionados en competencias como Eliminatorias, Copas Américas y Juegos Olímpicos. Así como abrió unas puertas cerró otras, como el desarrollo de la televisión digital (TDA), siempre en detrimento de las mayorías, porque el derecho a la comunicación comprende el acceso de los ciudadanos en forma igualitaria a la producción cultural, no parece ser el caso, así los únicos partidos donde este derecho fue garantizado fueron los de la selección argentina a través de la TV pública. Cuando el Estado protege los derechos de las mayorías se tiende a regular hacia la igualdad entre los que tienen y los que no tienen: los que no tienen cable, los que no tienen acceso al pack fútbol, los que no puede pagar televisión por suscripción. El que tiene recursos para pagar la pasa bien, en general, y el que no tiene -en estos tiempos de fútbol internacional- pidió usuarios prestados con claves de acceso o navegó desesperado en Internet hasta dar con un sitio web flojo de papeles.
La desigualdad reclama políticas regulatorias que promuevan la equidad, la Ley SCA fue el punto de inflexión que expresó una política comunicacional que pensó en las mayorías, pese a las críticas que recibió del autopercibido progresismo, que luego reconoció que no era tan mala como decían. Macri -como contraste- mostró poco después el desquicio que puede producir un Estado cómplice de los actores económicos concentrados, desarticulando los efectos regulatorios antimonopólicos de la ley en vigencia.
La primera empresa en hacerlo fue Netflix, que destronó a la industria del cable con su modelo de plataformas. El ejemplo del feudalismo aplica a la perfección en las plataformas de entretenimiento, debido a que usted no es dueño de ningún contenido que haya en Netflix, la suscripción le permite alquilar el producto, pero Netflix decide qué tener y qué quitar; y, además de esto, con su algoritmo puede determinar series que vayan de acuerdo con los gustos del consumidor, para que este nunca se desprenda de esta. Posiblemente Disney vio en el éxito de Netflix un mercado potencial y para lograr entrar a este, decidió comprar a su competencia,