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05 oct 2022

por Redacción Plaza

Algunos Hitos

Mujeres de la Comunicación en Argentina

El patriarcado también es asunto del campo académico. «Mujeres de la Comunicación Argentina», libro editado por Alejandra García Vargas, Nancy Díaz Larrañaga y Larisa Kejval con apoyo de la Fundación Friedrich Ebert, es una mirada al campo académico de la Comunicación en Argentina desde la perspectiva de las mujeres que lo han protagonizado. En Revista Plaza compartimos un fragmento de la introducción del libro.

Cuando una está en el medio de una historia, no es para nada
una historia, sino es sólo confusión, ceguera, un aullido a oscuras,
un desparramo de astillas y vidrios. Es mucho después cuando se
vuelve algo parecido a una historia
.
Margaret Atwood (en Los llanos, Federico Falco, 2020)


Fue mi mentora. Me alentó a escribir, me alentó a leer. Me
distinguió entre los demás y me hizo su amiga.

Camila Sosa Villada, El viaje inútil (2018)

Mujeres de la Comunicación en Argentina es una iniciativa que proviene del
imprescindible camino que abrió el libro Mujeres de la comunicación (Rodríguez et
al., 2020). En él se plasmaron las trayectorias, los recorridos, los pensares y los sentires
de veinte mujeres latinoamericanas del campo académico de la Comunicación. Su
publicación estalló los sentidos de los relatos hegemónicos del campo y visibilizó la
fuerza de sus producciones y el aporte que realizaron -y realizamos- a contrapelo de
la historia. Su lectura no pudo más que abrir puertas y senderos que desandan unas
narrativas y construyen otras.
A la luz de las urgencias por completar esas narrativas, el caso argentino se nos impuso
como tarea imperiosa, necesaria. La certeza de la fuerte presencia femenina en la
constitución del campo no hizo más que convertirse en un sólido argumento que
posibilitó que nos sumemos al desafío de (re)construir la historia situada del modo
como se fue consolidando este espacio en Argentina.

Nos enamoramos de la idea, y amamos fuertemente el proceso y el producto.
Confesamos no ser las mismas personas que éramos cuando empezamos este camino.
El recorrido nos trajo aprendizajes, redescubrimientos, nuevas lecturas, lecturas
“viejas” resignificadas ante la presencia del nuevo mapa que se fue configurando
frente a nuestros ojos.
Los primeros diálogos con Omar Rincón fueron esclarecedores y liberadores.
Surgieron muchas ideas. Todo era posible, pero a la vez había que tomar decisiones
que plasmaran nuestra idea del campo, de su historia, de sus facetas más visibles y,
sobre todo, de aquellas menos visibles.
Así, la idea de construir un libro federal, que intentara recorrer el territorio, fue
una de las primeras metas. Por eso optamos por poner en escena la construcción
realizada por mujeres desde distintos lugares del país con aportes situados,
altamente significativos.
Se restringió la mirada al campo académico sin tener en cuenta, en esta instancia, a las
mujeres con destacadas trayectorias profesionales en el ámbito de la Comunicación.
Sabemos que esta es una tensión constitutiva de la dupla comunicación/periodismo
y no queremos generar aquí ningún debate más allá de la enunciación explícita del
alcance y las limitaciones de este libro.
Dentro del ámbito académico, se focalizó en la incidencia de las mujeres en tres grandes
aspectos: sus aportes teórico-metodológicos al campo, su formación desde la docencia
y la investigación y sus roles de gestión en ámbitos universitarios, que constituyeron
importantes lugares institucionales de construcción
. Otro elemento que se tuvo en
cuenta para el armado del índice fueron las líneas de investigación y trabajo desplegadas
por las mujeres, con el objetivo de abarcar diferentes abordajes disciplinares que, en su
confluencia, constituyen al campo de la Comunicación en su diversidad.
Al aspecto federal se le sumó una dimensión generacional. Los nombres que iban
emergiendo y que se imponían en su inevitabilidad fueron constituyendo dos grandes
subconjuntos, a los cuales denominamos “pioneras” y “primeras graduadas”. El grupo
“pioneras” reúne artículos sobre once mujeres que, a inicios de la década de los
setenta, comenzaron a gestar el campo académico de la Comunicación en Argentina,
pero que debieron suspender la tarea por la irrupción de la última dictadura cívicomilitar en marzo de 1976. Se trata de las trayectorias de Silvia Delfino, Alicia Entel,
Margarita Graziano, Mabel Grillo, Elena Maidana, Stella Martini, Nora Mazziotti, Ana
María Nethol, Mabel Piccini, Ana Celina Puebla y Patricia Terrero
.
Por su parte, el grupo “primeras graduadas” se compone de catorce artículos sobre
mujeres que, ya recuperada la democracia, resultaron las primeras graduadas de las
nuevas o renovadas carreras de Comunicación y Periodismo. Por lo tanto, tuvieron
un rol protagónico en el despliegue y en la consolidación del campo académico de
la Comunicación en Argentina. Se trata de los aportes de Mariana Baranchuk, Silvia Elizalde, Paulina Emanuelli, Patricia Fasano, Cora Gamarnik, Liliana Lizondo, Lila
Luchessi, Sandra Massoni, Daniela Monje, Vanina Papalini, María Graciela Rodríguez,
Marita Soto*, Sandra Valdettaro y Claudia Villamayor
.
Consideramos que ninguno de los dos subconjuntos está saturado. Sin lugar a dudas,
afloran otros nombres que podrían estar en este índice. El propósito de lograr un libro
equilibrado en su representación federal e institucional, así como en el abordaje de
diversas líneas disciplinares, nos llevó a definir una lista, desde luego incompleta.
Este índice tampoco contiene la potencia de las mujeres que iniciaron sus carreras
de grado en los años noventa (entre las que nos contamos nosotras, las editoras),
en pleno contexto de resistencia a la avanzada neoliberal, y que hoy tienen un
lugar crecientemente protagónico en el despliegue del campo académico de la
Comunicación. Continuar dibujando la línea histórica que retrata la relevancia de
las mujeres de la Comunicación en Argentina es un desafío que asumimos para un
segundo tomo de este libro.
Una de las decisiones editoriales fuertes, a diferencia del libro latinoamericano que
dio origen a la propuesta, fue que ninguna de las mujeres elegidas para constituir
este índice escribiera sobre sí misma. Les propusimos a otras mujeres que lo hicieran,
valorando esas miradas, esas lecturas, lo que cada una pudiera reponer de su
encuentro con ellas, ya sea a través de los textos o de las charlas. Se plasman las
huellas que todas ellas fueron dejando en nosotras, que nos constituyen y que nos
permiten narrarlas en el mismo acto que nos narramos.
Así, nuevas mujeres se sumaron al libro, multiplicando las voces del campo también
desde una mirada federal. Ellas son Melina Gaona, Laura Alonso, Adriana Ghitia,
Eva Da Porta, María del Rosario Millán, Julieta Casini, Rosario Sánchez, Alejandra
Pía Nicolosi, Lucrecia Reta, Malvina Rodríguez, Carla Avendaño, Paula Navarro, Ana
Laura Bustos, Sandra Buso, Flavia Costa, María Rosa Chachagua, Florencia Pannunzio,
Eva Rodríguez Agüero, Beatriz Alem, Ianina Lois, Cleopatra Barrios, Adriana Mambrín,
Magdalena Doyle, Mariana Ortega, Sandra Poliszuk, Teresita Vargas, Ornela Carboni,
María Agustina Romero, Georgina Remondino, Alejandra Cebrelli, Lía Gómez, Susana
Martins y Tina Gardella.
Además, la intención fue que las autoras de los capítulos no formaran parte del
núcleo más cercano de nuestras “antologizadas” -término cariñoso con el cual las
nombramos durante todo el proceso-. A su vez, buscábamos que las autoras de los
textos tuvieran algo en común con las mujeres retratadas, buscando que la conexión
generase alguna chispa. Pero no hubo chispa, sino fuego, producto de la pasión de
cada una de ellas y de esos cruces.

En relación con la escritura de los textos, propusimos a las autoras la producción de
ensayos que recuperaran los principales aportes de las pioneras o de las primeras
graduadas al campo académico de la Comunicación desde una expresión libre,
en diálogo con fragmentos biográficos, pero sin que los textos se restrinjan a una
biografía. Los límites para la extensión de los artículos fueron relativamente flexibles,
lo que dio por resultado textos de variada cantidad de páginas. Se acordó el uso
del lenguaje inclusivo, si bien no se definió cuál de todos sus modos actualmente
en uso, ya que culturalmente nos encontramos en un proceso abierto en torno de
esta cuestión.
Dos compañeras más fueron convocadas a sumarse desde roles específicos. Mariana
Speroni realizó la curaduría de un dossier fotográfico sobre las “antologizadas” y
uno sobre las “artesanas” (autoras, curadora, correctora y editoras) para la versión
digital del libro, generando dos bellas narrativas visuales. Dicho dossier complementa
significativamente el relato con fotos que nos hablan de las vidas, las militancias, las
amistades, los trabajos. Finalmente, Silvia Hernández intervino amorosamente en los
textos con criterios de corrección y estilo.
Una vez que contamos con los capítulos revisados, nos contactamos con las
protagonistas de cada capítulo para que pudieran leerlos y compartir sus pareceres,
con la posibilidad de introducir alguna pequeña modificación en relación con datos
o con algunos posicionamientos. Este ida y vuelta resultó altamente enriquecedor
para todas.
Asimismo, se incorporaron a los capítulos dos colaboradores que contribuyeron a que
los relatos fueran posibles: Daniel Gimeno y Julián Mónaco, a quienes agradecemos
el acompañamiento. También va nuestro agradecimiento a algunas compañeras
convocadas que, finalmente, por diversos motivos, no terminaron formando parte
de esta versión explícita del libro, si bien sus pasos por el proceso sin duda alguna
lo mejoraron. Ellas son July Cháneton, Paula Morabes, Analía Brandolín, Natalia
Aruguete y María Teresa Poccioni.
Este es un libro colectivo, que comenzó con Clemencia Rodríguez, Amparo
Marroquín, Claudia Magallanes Blanco, Omar Rincón y con todas las voces que
aparecen en el libro latinoamericano Mujeres de la comunicación
. Y continuó con
todas estas voluntades que se fueron sumando para el capítulo argentino. Nosotras
elegimos estar presentes y expresar nuestras propias voces desde el rol de editoras.
Desde este lugar, nombramos el campo y sus presencias femeninas a partir de
nuestros pensares, haceres y sentires. Si bien las tres pertenecemos a una misma
generación, nuestras trayectorias y nuestras inscripciones institucionales diferenciales
nos permitieron dar intensos debates que lograron resignificar nuestras posiciones
para tomar decisiones conjuntas.

El patriarcado también es asunto del campo académico

El campo académico de la Comunicación en Argentina es joven, más aún si se lo
compara con la larga tradición de otras Ciencias Sociales. La pregunta por la relevancia
política y social de la Comunicación y la Cultura puede ubicarse en los inicios de
los años setenta.
Si bien ya existían en el país experiencias previas de Carreras de
Periodismo o de Ciencias de la Información, es precisamente la emergencia de esta
pregunta la que resultó constitutiva del campo de la Comunicación y de su posterior
despliegue (Díaz Larrañaga y Saintout, 2001). A partir de aquellos años, diferentes
intelectuales comenzaron a desarrollar estudios en Comunicación y Cultura desde
distintas perspectivas que incluso polemizaron entre sí, muchas veces inspirándose en
diálogos con investigadoras e investigadores de Latinoamérica. Las revistas académicas
y el trabajo en el seno de cátedras novedosas y provocativas fueron el epicentro de los
nuevos interrogantes y reflexiones.
La brutal irrupción de la última dictadura cívico-militar en marzo de 1976 clausuró aquellas indagaciones. Sobrevinieron entonces los exilios y las búsquedas transfronteras en clave latinoamericana; o bien, los silencios autoimpuestos y el trabajo en los intersticios de lo posible. Hubo que esperar entonces a la recuperación de la democracia en diciembre de 1983 para que aquella pregunta volviera a irrumpir
con fuerza, inspirara la creación de numerosas carreras de Comunicación en todo el
país y motivara la transformación de las carreras que ya existían, con el protagonismo
y el compromiso de intelectuales que volvían a arraigar sus trabajos en el país
(Kejval,
2018). Desde entonces, la Comunicación como disciplina científica, muchas veces
considerada “hermanita menor” de las Ciencias Sociales, vivió un vertiginoso proceso
de despliegue, primero, y de institucionalización, después.
En esta breve historia, que ya fue relatada por otras voces (i.e. Badenes, 2020;
Rinesi et al., 2018; Zarowsky, 2017; entre otros), sobresale un conjunto de figuras
masculinas. Son las referencias ineludibles nombradas una y otra vez: Aníbal Ford,
Nicolás Casullo, Heriberto Muraro, Oscar Steimberg, Oscar Traversa, Sergio Caletti,
Jorge Rivera, Oscar Landi, Hector Schmucler, Eduardo Romano, Eliseo Verón y otros
tantos nombres en masculino que las lectoras y los lectores podrán reconocer a lo
largo de los diversos capítulos de este libro. A esas figuras se suman otros varones más
jóvenes, fundamentales en la consolidación del campo.
Este libro parte de un diagnóstico: el campo académico de la Comunicación no es
ajeno al sistema de desigualdades y jerarquías sociales que impone el patriarcado. En
su historia oficial predominan las figuras masculinas. El trabajo de las mujeres aparece,
en el mejor de los casos, desjerarquizado; cuando no, invisibilizado.
Desde nuestro
reconocimiento en los feminismos, el libro que aquí presentamos pretende ser,
entonces, un pequeño acto de justicia: apunta a reparar la omisión y subestimación
que las mujeres de la Comunicación en Argentina han (y hemos) padecido.

En ese marco, este es un libro sobre mujeres de la Comunicación producido por
mujeres de la Comunicación, que nos nombramos y nos reconocemos al interior
de una configuración académica que es patriarcal y androcéntrica. Al nombrarnos y
reconocernos como mujeres no invocamos ninguna esencia, sino que planteamos una
problematización política clave de los feminismos: la lucha por un espacio público
con las mujeres como sujeto. Lo personal es político, siempre que esa articulación
se transite en clave colectiva.
Por eso entendemos que lo público refiere a las formas
de expresión de las demandas y de la conquista de derechos, pero también es el
espacio del sentido cotidiano de la vida en común, de las relaciones a través de
las cuales estructuramos los vínculos y las representaciones que nos hacemos del
mundo, estrechamente enlazados a los sentidos que habilitan o clausuran posiciones
y posibilidades (García Vargas, 2020).
Las explicaciones teóricas sobre lo público señalan a la visibilidad como uno de
sus aspectos clave (Arendt, 1998). Este libro muestra que las mujeres no han (no
hemos) estado ausentes en la producción del campo académico de la Comunicación
en Argentina. Al contrario, se trata de presencias fundamentales en todos los
puntos de la extensa geografía de nuestro país, aunque no sean mencionadas en
el arsenal de recursos con que la ortodoxia (Bourdieu, 1990) sostiene y delimita
el espacio académico. El recorrido de los capítulos de este volumen muestra que
sus trayectorias son paralelas a las de sus pares varones que sí forman parte de las
antologías o estudios sobre las tradiciones y figuras del campo; de la bibliografía
de los programas de estudio, de los proyectos de investigación y extensión y de los
estados del arte de tesis y artículos; de las nóminas de autoridades y de docentes
de las carreras y de los proyectos de investigación y extensión. El libro se ofrece
como posibilidad para enriquecer esos dispositivos de manera inmediata y también
para seguir reflexionando acerca de las invisibilizaciones históricas y actuales y sus
entrecruzamientos en las tramas interseccionales de la dominación social de las que
participa el campo académico.

Es desde esta concepción de las mujeres como sujeto político, en articulación plena
con las disidencias sexuales y otros colectivos desigualados o subordinados, que
elaboramos esta propuesta en la que procuramos pensar al campo académico de
la Comunicación como un espacio social cuyos rasgos dan cuenta de un desarrollo
persistentemente desigual de las condiciones diferenciales de participación y de
construcción en razón de relaciones y sentidos asociados al género. Como ocurre con
los medios de comunicación, el espacio académico está generizado y es generizante.
A su vez, la decisión de nombrarnos presenta el riesgo de cierta desarticulación
con una biblioteca teórica de sofisticación creciente sobre la revolución política
de los cuerpos -en debates que abarcan la crítica al carácter guetificado de este
tipo de abordajes, el señalamiento de las claras limitaciones del binarismo frente a
perspectivas constructivistas o performativas, o los discursos del sentido común que remiten toda la discusión (tanto académica como activista) al pasado (brevemente,
a que las mujeres ya hemos sido reconocidas, y a que las demandas por la igualdad
corresponden a un tiempo social anterior y diferente al del presente)-. Entendemos,
procurando aportar al conjunto de estas discusiones, que ese problema gradualmente
complejizado en términos teóricos no se refleja, de ninguna manera, en la práctica y
la experiencia de las persistentes relaciones desiguales y desigualadas entre varones
y mujeres y/o disidencias en la constitución de distintos campos intelectuales,
mediáticos y políticos (García Vargas y otras, 2022). Por ello, el libro que aquí se
presenta propone un ejercicio que, basado en la estrategia de edición ya comentada,
intenta visibilizar una parte de esas presencias-no-señaladas y dar cuenta de la
relevancia del desacople mencionado para habilitar una conversación más amplia
en la que se acentúe la necesidad de pensar bibliotecas, currículas, programas y
proyectos sensibles a la equidad en las relaciones y las representaciones de género en
el campo de la Comunicación.

Descarga gratuita del libro en PDF.

Al hablar de una perspectiva de género en relación a la constitución del campo no nos
limitamos al aspecto específico de las presencias no señaladas de las mujeres (entre
otros colectivos), sino que, constatándolas, invocamos el horizonte teórico y activista
que observa críticamente a las relaciones y a las esferas de producción y gestión de
las instituciones universitarias y científicas. Éstas abarcan, entre otras dimensiones:
las dinámicas de distribución de roles, cargos y representación política; los modos
promovidos de circulación y autoría de la producción; las formas de hacer, presentar,
enseñar, aprender, acompañar, investigar, incidir, intervenir, narrar y construir a
quienes se implican o habrán de implicarse en la producción del conocimiento y de
las instituciones
; las categorías, imágenes y figuras que circulan respecto de ellas y
ellos en la auto-presentación de las instituciones (incluyendo las formas del lenguaje
que universaliza la experiencia a partir del masculino); las medidas concretas para
asegurar cuotas de representatividad, para prevenir y reparar las violencias, para
habilitar la toma de decisiones y la toma de la palabra, tanto en las instancias de
cogobierno como en las de representación gremial y académica.
Nuestro propósito con este libro no es ajeno a la sensibilidad que despertó en
nosotras el tiempo histórico que nos ha tocado vivir. Durante lo que va de este siglo,
se han multiplicado las movilizaciones de la sociedad civil alrededor de derechos
vinculados a los géneros y a las sexualidades, que interpelan y cuestionan el
sentido común patriarcal y heteronormativo.
Estos movimientos encuentran en los
medios de comunicación y en las redes sociales, así como en la acción específica
de comunicadoras y comunicadores feministas y de la diversidad, un tipo de
acompañamiento que potencia su resonancia y amplía la llegada de esas demandas.
La militancia por esos derechos condujo a la sanción de leyes como las de
Matrimonio Igualitario e Identidad de Género; amplió y visibilizó la demanda
histórica de las mujeres y personas gestantes para decidir sobre sus cuerpos en el proceso que llevó a la sanción de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo; e interpeló crecientemente al conjunto de la sociedad mediante la multitudinaria participación contra las violencias en las marchas del movimiento “Ni Una Menos”.
Se sancionaron leyes que originaron programas y políticas fuertemente relacionadas
con este crecimiento, junto con la institucionalización de un Ministerio de las
Mujeres, Géneros y Diversidad (2019). Tales movilizaciones muestran un crecimiento
cuantitativo y cualitativo de los feminismos y se vinculan con una historia de lucha
jalonada, entre otros hitos, por la realización anual desde 1986 de los Encuentros
Nacionales de Mujeres en Argentina. Los movimientos de mujeres, de la diversidad
y de la disidencia sexual siguen reconfigurando los lenguajes, los argumentos y las
sensibilidades en clave de justicia e igualdad.


Lecturas transversales

Mujeres de la Comunicación en Argentina invita a múltiples lecturas posibles. Sin
necesidad de seguir secuencia alguna, los capítulos son una puerta de entrada para
conocer la particular trayectoria y los específicos aportes de cada una de las autoras
antologizadas. Pero, además de invitar a la singular riqueza de cada recorrido, el
libro que aquí presentamos también puede ser leído como conjunto. Una lectura
transversal de la totalidad de los artículos sugiere una comprensión de la constitución
del campo académico de la Comunicación desde la perspectiva de las mujeres que
lo han protagonizado. De este modo, emergen las experiencias pioneras que en los
años setenta comenzaron a preguntarse por los medios de comunicación y la cultura
masiva. Emergen la irrupción de la última dictadura cívico-militar y el forzado silencio
intelectual. Emergen las experiencias de los exilios y las posibilidades que éstos
abrieron para construir una comunidad intelectual y una perspectiva latinoamericana.

Emergen la recuperación de la democracia y la gesta fundacional de las carreras de
Comunicación y Periodismo que las mujeres protagonizaron en diversos lugares del
país. Emergen los procesos de institucionalización del campo a partir de los años
noventa y el ensanchamiento de las posibilidades de producción científica entrados
los años 2000, a partir de las políticas públicas del kirchnerismo.
En su lectura transversal, los artículos van sugiriendo, también, los diálogos con las
diferentes disciplinas que confluyeron en la constitución del campo académico de la
Comunicación. A partir de estos entrecruzamientos, se pueden identificar las diversas
zonas de estudio que se fueron desplegando y consolidando: la Teoría Crítica, los
Estudios Culturales latinoamericanos, la Semiótica y el Análisis del Discurso, los
Estudios Socioculturales, la Antropología, la Economía Política de la Comunicación,
las Políticas y la Planificación de la Comunicación, los Estudios de Recepción, la
Comunicación Comunitaria y Popular, el Periodismo, los estudios sobre la Cultura
Popular y la Cultura Masiva, la Comunicación/Educación, los estudios sobre el arte, las imágenes y la ciudad, los feminismos y los Estudios de Género y Queer, la Filosofía
de la Técnica y la Filosofía Política, los estudios sobre cuerpos y subjetividades.
Entre los diferentes trabajos se pueden hallar, por último, regularidades o rasgos
compartidos por las mujeres que han protagonizado la construcción del campo
académico de la Comunicación en Argentina. En las próximas líneas recuperamos
huellas de la totalidad de los artículos para exponer algunas miradas interpretativas
en este sentido.
Las mujeres de la Comunicación en Argentina son (somos) transformadoras. Desde
su específico accionar intelectual, han estado profundamente comprometidas con
procesos emancipadores o democratizadores en pos de sociedades más justas. Sin
temor al explícito posicionamiento político, se han identificado -incluso militado- en
los peronismos o en las izquierdas.
La brutal violencia estatal y paraestatal contra las
militancias en los años setenta llevó a muchas de ellas a exilios externos o internos.
La centralidad que ocupó la pregunta por la democracia en los años ochenta, una
vez finalizada la última dictadura cívico-militar, las interrogó agudamente y las
comprometió con la participación política. La profundización de la hegemonía
neoliberal y de la discursividad neoconservadora en los años noventa las llevó
a movilizarse en procesos de resistencia junto a diversos actores sociales. En este
contexto, la defensa de la universidad pública, masiva y gratuita tan propia de la
Argentina -y de la cual la mayoría es hija- las mantuvo movilizadas ante cada intento
de arancelamiento, privatización o desfinanciamiento.
Las mujeres de la Comunicación en Argentina han (hemos) construido entre sí múltiples
redes de intercambio intelectual y afectivo.
Como compañeras, como amigas, como
maestras, como discípulas, las huellas de estas relaciones emergen en cada uno de
los artículos. El campo académico de la Comunicación en Argentina es consecuencia,
también, de este entramado que se comenzó a entretejer muy tempranamente, que
se ha enriquecido con el paso de los años y que sigue vivo.
Las mujeres de la Comunicación en Argentina no sólo han investigado y producido
conocimiento. Han (hemos) sido, fundamentalmente, maestras. En uno y otro artículo
emergen las voces amorosas de estudiantes que las valoran por su capacidad de legar.
Recuperamos el término “maestras” en un sentido freireano: esto es, poniendo en
valor el rol docente y el trabajo dedicado a enseñar, a compartir conocimientos, a
construir equipos, a transmitir, a transformar subjetividades.

Las mujeres de la Comunicación en Argentina no sólo han investigado, no sólo han
enseñado. En la mayoría de los casos, también han (hemos) ocupado lugares de
gestión institucional en sus propias universidades o centros de investigación. Roles
cada vez menos valorados y reconocidos por el sistema de acreditación científicouniversitario, que no obstante han sido estratégicos en tanto permitieron gestar, primero, y legitimar, después, un campo relativamente nuevo en el marco más general de las Ciencias Sociales -o de las ciencias, a secas- y ensanchar sus límites.
Muchas veces, los lugares de gestión las llevaron a relegar la propia producción académica, pero fueron fundamentales para generar las condiciones institucionales que permitieran el despliegue y el crecimiento de otras y de otros.
No todas las mujeres de la Comunicación en Argentina se reconocen feministas. Algunas lo han hecho muy tempranamente e, incluso, han dedicado sus estudios al entrecruzamiento entre Comunicación y perspectivas feministas. Otras se han acercado a los feminismos recientemente, en el contexto de lo que en Argentina se ha llamado “cuarta ola” -o también, “marea verde”- a partir de la irrupción del
movimiento “Ni una menos” y de la expansión del debate por el derecho al aborto libre, seguro y gratuito en la trama de lo social. Otras no se identifican explícitamente en los feminismos. Pero más allá de esta diversidad, en la mayoría de los artículos emerge una posición sobre la propia trayectoria, sobre la propia producción académica o sobre la constitución del campo de la Comunicación desde una reflexividad que
tematiza la desigual condición de las mujeres en la academia en particular y en la sociedad en términos más generales. Es decir, las mujeres de la Comunicación en Argentina no sólo son mujeres, sino mujeres conscientes de su propia condición de desigualdad en un campo que aún pugna por ser un poco más justo.
Haciéndose cargo de esas desigualdades, el libro que aquí presentamos es un gesto político: el que hace explícita la inscripción en el campo académico de la Comunicación de un conjunto de mujeres que la mayoría de las veces fueron poco jerarquizadas o invisibilizadas bajo la sombra de las gigantescas masculinidades que las rodearon. Las lecturas que hemos proyectado en su hechura van más allá de
la profundización de los conocimientos de las lectoras y lectores. Es un libro que desea consecuencias. Recuperar historias y trayectorias. Poner en valor aportes poco valorados jerarquizados. Generar nuevos encuentros. Enriquecer las tramas. Aportar en el camino hacia la reparación frente al orden patriarcal que también tiñe al campo de la Comunicación.

*El caso de Marita Soto resulta una excepción en tanto se graduó de la Carrera de
Historia de las Artes Plásticas de la Universidad Nacional de La Plata en 1987.