medios, internet y política

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12 may 2022

por Agustina Frontera

fotos: María Eugenia Cerutti

Juego de espejos

Cómo se hizo Ni Una Menos

Conversamos con dos de las fundadoras de Ni Una Menos sobre los entretelones, las diferencias internas del grupo que planeó el 3 de junio y su vínculo con la política y la comunicación.

“Si lo planeábamos no nos salía” es una frase que se repite mucho en los dos ámbitos que cruza Ni Una Menos: la comunicación y la política. Hace 7 años, el 3 de junio de 2015, un grupo de no más de 20 periodistas y escritoras planearon algo y sí salió. Desde entonces el movimiento de mujeres y feminista de la Argentina es referencia a nivel mundial, la sociedad bajó drásticamente la tolerancia al machismo y aquellas periodistas y escritoras no dejan de preguntar: ¡¿Cómo lo hicimos?! Para divagar juntas alrededor de esta pregunta Plaza invitó a dos de las integrantes del grupo inicial del Colectivo Ni Una Menos: la socióloga y escritora María Pia López y la periodista y escritora Hinde Pomeraniec.

Las dos participaron de los que fue el armado de aquel primer 3 de junio, el primer Ni Una Menos, ese acontecimiento parteaguas que llenó todas las plazas del país con consignas contra las violencias de género. Las organizadoras (y organizadores, porque hubo algunos varones al comienzo) de aquellas primeras acciones eramos todas trabajadoras de medios, en general trabajadoras de la palabra y la comunicación. ¿Cómo creen que moldeó a Ni Una Menos esa particularidad?

Pia: Siempre me queda la duda de cómo fue posible ese acontecimiento y pensaba que hay como un cruce entre una sensibilidad social alerta, porque esa demanda de que había que gritar algo estaba ya en la calle, y el modo en que intervino el conjunto de personas que participamos de las primeras convocatorias, con una preocupación por la eficacia de la llegada y de la interpelación a esa sensibilidad extendida. Quizás las mismas personas podrían haber encarado otro tipo de cosa y no tener resonancia, porque no estaba esa masa social disponible para funcionar. Y también si hubieran sido otras las consignas y otro el modo de interpelación, probablemente no se hubiera logrado ese reguero de pólvora. Ahí me parece que la clave es la articulación entre un saber comunicacional, digamos, de una eficacia en el modo de interpelar, y al mismo tiempo una sensibilidad muy extendida que preexistía a ese llamado.

Hinde: Coincido por completo. La sensación que uno tuvo en ese momento y la sigue teniendo, desafortunadamente, es que la sociedad en un punto está más adelante que la clase política, que la clase judicial. La demanda está en la calle y en la gente, independientemente de las clases sociales. Y en ese momento eso se notaba mucho, al punto que había como una desconfianza acerca de desde dónde me lo está diciendo, esto es opositor, no es opositor. O sea, en lugar de pensar exactamente en el enunciado, rápidamente lo que se va a buscar es de dónde sale, quién lo dice. Y lo que había en ese contexto era una articulación entre mujeres de muy diversos orígenes, que veníamos de un lugar de saber escribir, saber comunicar, saber decir. Yo me acuerdo muy bien cuando Marcela Ojeda larga el tuit y me acuerdo muy bien como inmediatamente dijimos que había que ponerle “Ni Una Menos” al evento, ningún otro nombre, porque muchas de las que estabamos en Twitter estuvimos en la Biblioteca Nacional en marzo (NdE: el 26 de marzo tiene lugar Ni Una Menos, una maratón de lectura contra los femicidios en la Biblioteca Nacional, el 3 de mayo comienza una nueva convocatoria en Twitter bajo el hashtag #NiUnaMenos y se establece el 3 de junio como día de marcha). Mientras nosotras nos juntábamos en Twitter, lo que empecé a ver era gente que no tenía verdadera dimensión de lo que estaba pasando, pero que empieza a ver que se arma algo y lo que iba a ser algo de como mucho 5 mil minas vestidas con remera violeta empieza a tomar otro color. Empieza también a ver esto: que si Tinelli sí, que si Mirtha Legrand sí. Y así fue la transversalidad y el modo en que esto salió de esa pequeña reunión que éramos nosotras, en donde posiblemente colaboró el hecho de que hubiera periodistas que también estaban muy acostumbradas a comunicar a multitudes, a doña Rosa.

El reto es la coalición

Me acuerdo de los primeros intercambios entre nosotras, que discutíamos sobre hasta dónde profundizar para no ceder la masividad y el consenso que ya suponíamos logrados. Incluso antes del 3J, cuando discutíamos el documento que se iba a leer en el escenario. De alguna manera, sabíamos que estábamos por un rato de prestadas en un ámbito que si nos equivocabamos, nos iban a sacar carpiendo. ¿Qué lectura hacen ahora (con, por ejemplo, el aborto legalizado) de esta cautela o timidez inicial?

Pia: ¿Ustedes se acuerdan de que la discusión fue aborto? En el documento que se lee en la plaza se usa la expresión "el derecho a la autonomía sobre los cuerpos", no pusimos “aborto”. Me acuerdo también de una escena en la plaza respecto de que no estuviera la bandera de la Campaña (Nacional por el Derecho al Aborto) colgada al lado del escenario. Estamos haciendo historia retrospectiva, con lo cual lo que decimos ahora no es sólo lo que pasó el 3 de junio, sino lo que pasó en los años siguientes. Y yo tengo la impresión de que ese 3 de junio había dos presencias muy diferentes en la calle o había muchas, pero dos que a mí me impactaron mucho. Por un lado, había muchas personas que se movilizaban por primera vez y que eso se notaba en que no sabían cómo moverse. No era el público de las movilizaciones. A mí me angustiaba mucho eso de que era una masa nueva. Y la otra presencia que estaba en la calle eran las personas que iban con consignas feministas, con cartelitos, con pintura en los cuerpos. Era esa mezcla entre un activismo que venía con consignas mucho más radicalizadas que las que teníamos en el documento y una cantidad de personas que se estaba moviendo sólo en nombre de la violencia. Esa conjunción a mi parece que fue explosiva para los años siguientes, porque que se movieran juntas esas personas es como haber producido un chispazo, un chispazo que permite comprender la expansión de las consignas de una militancia feminista mucho más popular, más masiva, más barrial que aconteció y que permite, después, la masividad de la pelea por el aborto. Entonces yo siento que esa cautela inicial...por ahí si poníamos "aborto" en el documento igual se mantenía la misma masividad, pero por ahí no. Creo que esa cautela, en realidad, estratégicamente fue muy buena en el sentido de que dio tiempo a ese forjarse de la experiencia. Ese amasar de la experiencia por el cual se pudo cruzar en algún momento una sensibilidad más acotada sobre el feminismo con militancia feministas más desplegadas. 

"Creo que esa cautela, en realidad, estratégicamente fue muy buena en el sentido de que dio tiempo a ese forjarse de la experiencia. Ese amasar de la experiencia por el cual se pudo cruzar en algún momento una sensibilidad más acotada sobre el feminismo con militancia feministas más desplegadas." María Pia López

Hinde: Coincido completamente con lo que dice Pía. Yo estaba en ese momento del lado de las que decían que políticamente no convenía poner aborto, y sigo pensando que no convenía poner aborto, porque en realidad todo había explotado en mayo con el crimen de Chiara Páez, que murió por no querer abortar. Ahí había una contradicción muy grande. Era muy difícil salir a pedir aborto al mismo tiempo que estábamos diciendo que a esta piba la mataron porque elegía tener un hijo. Es muy lindo lo que dice Pía y yo me acuerdo también de ver eso, que la gente no se sabía mover y que, insisto, no era solo gente de clase media que venía de los colegios católicos, había colectivos muy grandes de mujeres de barrios populares que venían todas juntas. Ustedes se acuerdan que además lo que ocurrió a partir de ese momento es que las mujeres empezaron a hablar. Se generó el campo propicio para que las mujeres sintieran que podían hablar porque había alguien que las iba a escuchar, porque ya empezaba a ser la hora nuestra. A mí me encanta cuando hablan del #MeToo y nosotras la verdad es que lo hicimos bastante antes y que seguramente con otra calidad de marketing, si hubiéramos sido un país menos periférico, o si no hubiéramos tenido diferencias internas entre nosotras, quién sabe esto hubiera llegado... vaya a saber hasta dónde. Muy desde el comienzo sabemos que hicimos algo muy grande y que en esa masividad se perdió el origen de Ni Una Menos. Hay mil Ni Una Menos. Y eso me parece que es una de las maravillas que se consiguió. Hay montones de chicas que sienten que son Ni Una Menos desde el principio, porque lo fueron, porque desde el primer momento estuvieron detrás de esto, que fue tan transversal. Si hubiéramos puesto aborto, que era algo divisivo y que de hecho la sociedad sigue dividida con el tema del aborto (que hayamos ganado no cambia que haya mucha gente que sigue caliente con ese tema), no hubiera permitido darle la visibilidad que se le dio al reclamo de "paren de matar a las mujeres", que era finalmente lo que nos convocaba en ese momento. A mí me sigue pareciendo todavía increíble que hayamos podido ver lo que vimos y vivir lo que vivimos.

Hinde hablaba recién de la contradicción que aparecía cuando salían algunos personajes públicos con el cartel y cómo nosotras empezamos a hacer un trabajo de llenar de sentido qué quería decir Ni Una Menos. Y en la medida que le dábamos espesor empezaban a aparecer diferencias internas dentro de este grupo inicial. Yo hice un poco de archivo y leí unos intercambios de mails de aquel momento. Les voy a leer un fragmento. Pia escribió en mayo de 2015: “finalmente: mi corazón populista -o peronista, en lengua criolla- me indica que estamos ante algo grande y ahí conviene saber que es mejor cuidar el movimiento que enfatizar las diferencias”; e Hinde respondió: “No nos detengamos ni en las diferencias ni en los que se cuelgan de nosotros”. Bueno, la pregunta es por la gestión de las diferencias dentro de un espacio compuesto por mujeres de todos los colores políticos. 

Pia: Hace un tiempo leí a un escritor, ensayista, que usaba una expresión que agradezco mucho, decía: “el reto es la coalición”. Me pareció muy buena expresión para pensar la política, porque lo más difícil es construir en la heterogeneidad. Y mucho más la construcción en términos de movimiento social, cuando construir la heterogeneidad implica un tipo de negociación en la que nadie va a quedar conforme, porque toda negociación implica una concesión. Cada una de nosotras tuvo distintos momentos en el colectivo, Agus y yo seguimos en el colectivo Ni Una Menos y nos fuimos en distintos momentos, pero se podría decir que toda la estadía alrededor de la consigna Ni Una Menos siempre fue un vínculo con un espacio de conflictividad y de querella. Y al mismo tiempo aunque pueda sonar complejo, y sea desgastante, para mí siempre fue muy interesante militar en un espacio en el que la heterogeneidad es constitutiva y no entre personas que pensamos idéntico. Eso para mí es una fuerza. Yo tengo la impresión de que a medida que el significante Ni Una Menos se hizo tan poderoso, esta masividad convirtió a la expresión en un significante muy fuerte y como en una especie de lugar deseado, no sólo para quienes estábamos ahí, para el resto de los actores y actrices en la vida política e institucional. Eso que decía hace un rato Hinde, tan lindo, de que fue apropiado por todo el mundo tiene un costado hermoso. Recuerdo siempre una reunión que fui una mañana a un barrio popular, Cuartel V, por una toma de tierra. Todas las compañeras que estaban ahí eran de distintos grupos, se presentaban y todas decían yo soy de tal colectivo y de Ni Una Menos, soy de tal otro y de Ni Una Menos, y cuando llegó mi turno yo dije lo único que puedo decir es que yo soy de Ni Una Menos, no soy de otro Ni Una menos. Era muy linda esa escena donde todas las personas que estaban ahí eran de Ni Una Menos, sin sentir ninguna tensión con eso. Pero así como estaba ese costado hermoso de la apropiación general, también había una disputa política respecto de un significante que era muy poderoso porque era el significante que se vinculaba con un hecho masivo. Entonces, me parece que muchas de las disputas tuvieron que ver con qué otras cosas se asociaba Ni Una Menos, por ejemplo desde el lugar donde yo estaba la cuestión era si podíamos aliar ese significante Ni Una Menos a la discusión por la desigualdad social y si podíamos salir de la denuncia de la violencia hacia otro lugar, que tuviera más que ver con la cuestión del deseo y con la desigualdad. Yo diría que más allá de las diferencias personales lo que se puso en juego en los años siguientes post 3 de junio de 2015 era con qué se asociaba ese significante, hasta dónde se lo estiraba para llevarlo a otro lado.

Hinde: Una vez más coincido, aunque tengamos las diferencias de los lugares desde los que hablábamos. Cuando yo me identifico con el origen, me identifico con la demanda de “paren con la violencia”, para mí sigue siendo "basta de femicidios" el gran reclamo. Yo no estoy de acuerdo con haberlo asociado con otras cuestiones, lo que no quiere decir que yo no crea que haya desigualdad social. Tiene que ver con poner el acento en la diferencia o en aquello con lo que yo ya no me sentí interpelada. Algo que me parece muy maravilloso que ocurrió es que ninguna de las que nos fuimos corriendo de lo que significaba el colectivo habló mal o en contra o salió a decir "no estoy a favor de que pidan que liberen a Milagro Sala" o "no me parece bien poner las kurdas”. O sea, todas esas diferencias que uno ve en los distintos comunicados que salen todos los años. Me parece que es muy importante lo que conseguimos en relación a la concientización, lo que tiene que ver con el lugar de las mujeres y con la violencia contra las mujeres. Y de hecho, no es casual que en los medios haya aparecido —no importa si como un impulso que se va apagando— el tema de las editoras de género y demás. Ya sabemos que los tipos también se agarran de eso pero yo creo que de todos modos sirve para que cada vez haya más colegas que preguntan “¿esto se puede decir así? ¿por este título voy a tener quilombo?”. No me importa si me lo dice porque va a tener quilombo, la verdad que no me importa nada. Lo que más me importa es que no salgan esos títulos de mierda, que haya cada vez más gente consciente de que lo que uno dice tiene peso y que lo que uno dice es ofensivo, que lo que uno dice es violencia. Que en las páginas de cultura aparezcan los temas de género y los temas que tienen que ver con la violencia contra las mujeres, que la literatura que escriben mujeres y hombres tenga que ver con cuestiones de la violencia contra las mujeres. Todo eso, chicas, es Ni Una Menos. Todo eso fue el Ni Una Menos que ayudamos a construir entre todas nosotras. Esto es así. Lo que pase después, que si las troskas dicen que el jueves (3 de junio) van a ir, que vayan, está todo bien. O sea, no es algo que me perturba. Me perturba, sí, cuando alguien todavía te desprestigia con el tema de los kiosquitos. O sea, eso sí me preocupa, porque yo no creo que ninguna de nosotras tenga ningún kiosquito.

Ups...se politizó

También pasó algo que fue incontrolable y que ayudó a desprestigiar a Ni Una menos en los grandes medios, que es lo que se mencionaba como “la politización de ni una menos”. Puntualmente me acuerdo que Jorge Lanata hizo una columna que hablaba de “la partidización de la violencia de género”. En 2015 ganó la presidencia Mauricio Macri y no sabemos qué hubiese pasado si ganaba el otro candidato, pero me parece que lo que se empezó a construir desde Ni Una Menos son lazos con la oposición al macrismo y Ni Una Menos quedó como un actor o una actriz social más del gran conglomerado de la oposición. Y rápidamente se empezó a interpretar eso como que Ni Una Menos había sido coptado por el kirchnerismo. Lo digo todo en estos términos, porque eran los términos que me parece que se usaban en ese momento. 

Hinde: Sí, porque son los términos que se usaban, pero habrás visto que eso no salió de las que ya no participábamos. Y no por macristas, sino por no coincidir. Yo me acuerdo concretamente haber escrito una nota en la que decía que es increíble que a los tipos jamás se les pide comunión ideológica en todo, pero en cambio nosotras tenemos que ponernos todas de acuerdo, bajamos cualquier clase de reclamo en pos de la coalición y de la épica. Nuestro objetivo es éste: vayamos por acá, bajemos toda la diferencia. "No, pero además todos tienen que pensar igual”. ¿Por qué, señor? ¿A quién se le ocurre que todas tenemos que pensar igual? Si además posiblemente está en esa riqueza justamente la fuerza que tuvo el comienzo, que hace que hoy esto haya sedimentado. Porque me parece que lo más importante, seis años después, es que esto sedimentó y eso lo vemos en los más jóvenes. Los más viejos ya se fueron a la mierda. Ya no nos importa. Lanata, ¿qué carajo me importa lo que diga? ¿Quién lo escucha? ¿Cuánto tiempo más lo van a escuchar? Es un señor que ya dice cualquier cosa con tal de un clic, ¿viste? No me importa. Sí me importa ver lo que pasa con los más pibes, con los chicos y con las chicas. O sea, eso es lo que está cambiando. Y eso sí construimos nosotros, cada uno con su granito de arena. Eso es lo que vale oro para mí. 

Pia: Sí, el gran saldo es ese; es cierto que hay una fuerza de haber modificado cómo las nuevas generaciones viven su vida, su sexualidad, su identidad. Entonces me parece que eso es muy impresionante, por eso estos seis años también son tan vertiginosos. 

Hinde: Es muy radical el cambio.

Pia: Por eso también pensaría el 3 de junio con lo que fue la transformación de los 8 de marzo, el otro hito, la producción de la idea de huelga después del asesinato de Lucía Pérez, el empalme con un movimiento de vuelo internacional y las vigilias por aborto. Tienen distinto tipo de cualidades, de tonalidad, de armados, pero van mostrando esto que Hinde decía recién que es como una especie de sedimentación, de transformación y de que la diferencia entre esas pibas o pibes de que tienen 16, 17 años y cualquiera de nosotras es abismal. Y esa diferencia a mí me parece que es lo más interesante, implica como un tiempo vuelto un acordeón. En el segundo 3 de junio (en 2016) más o menos aparece la idea de "se politizó Ni Una Menos". Recordarán que esa expresión tenía que ver también con la aparición de la consigna de Milagro Sala y con la articulación de un proceso asambleístico que implicó tanto a sectores del kirchnerismo, a partidos que no estaban en el primer Ni Una Menos, a los partidos de las izquierdas.

Me parece que todo ese proceso de asambleas que dura hasta la pandemia, digamos, con procesos que son tan heterogéneos y tan tan conflictivos —una de las asambleas más peleada que cualquier otro proceso de asambleas que haya visto— dio lugar a otro tipo de articulaciones que no son las que se ven cuando se dice "politización", que para mí fueron el corazón de una renovación, de una transformación también de cómo se fueron dando las demandas.

Me refiero a la aparición de los vínculos con las transexuales, travestis, el activismo gordo, las compañeras que trabajan con las mujeres liberadas de la cárcel o con personas encarceladas, digamos toda una tonalidad, como un tejido más fino y más asambleístico de eso que no era lo que se veía cuando nos decían que se politizaba y que para mí era la política real, digamos, no la que tenés que consensuar en la mesa con los partidos sino la otra.

Hinde: A mí me parece que lo que hicimos nosotras fue política y arrancamos hablando de eso, porque decir “esta vez aborto no va a estar en el escenario”, cuando todas estábamos a favor de la legalización del aborto, fue una decisión política y fue la que en todo caso permitió esa transversalidad y esa masividad de escucha al reclamo que llevó a los Tinelli y a las Mirtha Legrand a convocar y a lo que vimos que vino después. Yo entiendo lo que dice Pia, puedo coincidir o no, a mí me parece que lo más parecido a lo que hicimos nosotras en ese momento es lo que se dio sobre todo en la primera discusión del aborto, cuando el aborto por primera vez consigue una escucha y una masividad (2018), y en donde las mujeres en el Congreso, independientemente de los partidos a los que pertenecían, estaban peleando por conseguir exactamente lo mismo. En lo que dice Pia, en relación a las distintas organizaciones, me parece que lo que tiene lo nuestro —y lo dijo antes ella y lo venía diciendo yo—, es que la consigna es tanto más fuerte en cuanto a su significado, es tanto más fuerte que las personas que compusieron aquella primera organización, que las que están ahora diciendo vamos el jueves en nombre de Ni Una Menos, que las que estuvieron pidiendo por Milagro Sala y politizando con quien sea. Me parece que hay algo que supera todo eso y que es tan trascendente en cuanto a lo que significó para el cambio cultural, que no es casual que ahora, ante cualquier cosa el reclamo es “¿Y qué dice ni una menos de tal cosa?” No lo dice Ni Una Menos. Lo estás diciendo vos, que hay algo que te llama la atención y antes no te llamaba la atención. Antes mirabas para otro lado. Antes si escuchabas gritar a tu vecina, decías bueno, es cosa de ellos. Hoy eso ya no pasa. Y eso también es Ni Una Menos. Entonces, por eso me parece que todo el mundo se asume Ni Una Menos, todos los que piensan en una dirección de respeto por los derechos humanos. ¿Quién puede no ser Ni Una Menos, en ese sentido? Entonces, cuando Lanata dice que se politizó o cuando te dicen "a mí me gustaba antes", no te gustaba nada, callate. Esto es algo que es completamente superior y trascendente a cualquiera de nosotros. Para mí el orgullo fue leer con mi hija en la plaza de la Biblioteca Nacional ese marzo, con la mamá de Lola Chomnalez al lado. Esa transversalidad hizo que también haya madres como la de Chiara Páez y como la de María de los Ángeles Rawson, que no piensan como pensamos nosotras en todos los sentidos y sin embargo estaban ahí. O sea, eso significó que hubiera una escucha y una atención mayor. Yo sigo creyendo que el mayor logro tuvo que ver con poder conceder y demorar un reclamo que para muchas era importante y tratar de pensar en términos de muñeca política qué nos convenía hacer en ese momento. Creo que estuvimos inteligentes, sigo creyendo que estuvimos muy inteligentes y eso me enorgullece. 

¿Dónde está la salida?

Justo hablás de la mamá de Lola y leí una nota tuya, Hinde, en Anfibia, que es una conversación con la mamá de Lola. Es un texto muy hermoso, pero me llamó la atención un comentario debajo de la nota, un usuario de Facebook escribe: “Que los diputados se pongan los pantalones largos y aumenten las penas no solo a homicidas sino a violadores”. La salida punitiva. ¿Creen que en estos años se logró construir una salida alternativa, al menos en términos discursivos, a esta idea carcelaria? ¿Qué podrían aportar los medios de comunicación en este sentido? Esto por lo menos a mí me preocupa, porque además, muchos jóvenes que se acercan al feminismo a partir de Ni Una Menos tienen esta concepción punitiva, pienso también están los escraches. 

Hinde: El tema de los escraches fue delicado, me parece que ya bajó un poco la espuma con eso y a mí sí me preocupaba, porque lo que siempre me costó mucho es ver lo rápido que las chicas más jovencitas y muy radicalizadas enseguida identificaban a cualquier pibe de 15 años con Harvey Weinstein. Yo viví casos cercanos, pibes muy bajoneados, muy deprimidos. Pero mi respuesta ante eso siempre es que toda revolución es injusta, tiene casos de injusticia. O sea, eso lo hemos visto a lo largo del tiempo y siempre va a ocurrir. En relación a la cuestión de las penas, me parece que la importancia es la de haber adquirido conciencia, dejar de naturalizar que a las mujeres se las violenta, pero después no es lo mismo el tipo que está 30 años maltratando a su mujer, fajandola, violándola, despellejandola verbalmente delante de los hijos, que el enfermo que sale a violar a la calle. O sea, me parece que también estamos como mezclando un montón de cosas. En lo personal, siempre lo que más me interesaba tenía que ver no con lo psicopatológico, sino con lo que estaba naturalizado en términos culturales. Lo otro yo se lo dejo a los especialistas. O sea, a mí me parece que lo más grave es cómo un tipo supuestamente normal termina liquidando a la mujer y es "uy, me mandé una cagada". Y en eso me parece que nosotras colaboramos, y muchísimo, para que se concientizara que eso no era natural y que no era lo del famoso crimen pasional, por llamarlo de algún modo. Con respecto a la cuestión punitivista, a mí no me parece que por encerrar a un tipo más años se vaya a terminar la violación, francamente. Hay cosas en las que podemos intervenir y hay otras en las que no vamos a poder intervenir, con los enfermos no vamos a poder intervenir. Es así. 

Pia: Me parece que además tenemos otro problema, que socialmente identificamos justicia con un aparato judicial y no tenemos disponibles en el acervo social imágenes de justicia alternativas, reparatorias, simbólicas. Sólo aparece la pena, la cárcel. Entonces, ante la sorpresa social, lo primero que aparece es que esté más tiempo en la cárcel, que la pague. Fue toda la discusión cuándo fue el crimen de Micaela García y la intervención formidable de la familia. Recién recordaban la entrevista de la mamá de Lola, y pensaba que hay algo recurrente que aparece: tenemos la suerte en la Argentina de que muchas veces las familias —como ocurre con la familia de los militantes secuestrados, detenidos y desaparecidos en la dictadura— tienen una posición democrática. La familia de Micaela, la familia Wanda Taddei. Fueron poniendo en el discurso social, una lógica... 

Hinde: No encendieron más el fuego, hablando justo de Wanda... 

Pia: No fueron (Juan Carlos) Blumberg, digamos, fueron personas que trataron de pensar más allá, aún en situaciones de dolor. Decía lo de Micaela, porque ahí se da la intervención de la familia, que termina en la aprobación de la ley Micaela, precisamente. Pero también pensemos en la intervención del colectivo Ni Una Menos en el Senado (en marzo de 2017) diciendo "no endurezcan las penas", "no en nuestro nombre" era el argumento, no en nombre de los feminismos. No todos los movimientos feministas han logrado hacer esas distinciones, y de hecho hay muchas discusiones sobre los feminismos carcelarios o sobre los feminismos que en nombre del derecho de género acompañan políticas punitivistas. En Argentina hubo una sensibilidad muy fuerte que pudimos tener contra eso, sin lograr articular otras ideas de justicia más poderosas y que se pusieran en juego. 

Hinde: De la mano de esto, lo que sí hay es un reclamo absoluto a la hora en que aparecen los crímenes, en donde las mujeres denunciaron al asesino 28 veces y el tipo seguía libre. O sea, son las dos cosas. No queremos ni Fuenteovejuna, no queremos nada de eso. Todo a derecho y demás. Pero ir a derecho es que una mujer no tiene que ir veintiocho veces para decir este hombre me va a matar. Pero fijate, Pia, que incluso todo esto es algo que antes, salvo aquellos que estaban trabajando por algún motivo en estos temas, el resto de la sociedad no prestaba atención. Y yo creo que también es producto de Ni Una Menos que estos temas sean temas que hoy se leen, de los que se habla de lo que se debate. 

Al ver verás

La última pregunta que quería hacerles, como Plaza es una revista enfocada en medios, política y redes, es si efectivamente ven grandes transformaciones en la comunicación a partir de Ni Una Menos, en los medios, en la tarea periodística, en cómo se lee, cómo se consumen los medios.

Hinde: Creo que sí. Aunque estemos encontrando muchos más casos que nos erizan la piel, los encontramos porque los estamos viendo. Estoy convencida de eso. No es que hay más. Puede, por supuesto, a un energúmeno ponerlo loco que su mujer empiece a avivarse de lo que está pasando. Eso yo no lo puedo negar. Pero me parece que estamos mirando cosas como sociedad que no mirábamos y en los medios, lo mismo. El análisis sobre los medios, la lupa sobre los medios es feroz. Creo que hay cambios y soy una persona que confía muchísimo en las generaciones de pibes que hoy tienen veintipico, veinte, quince. O sea, esos pibes me parece que son los herederos de lo que empezamos a hacer nosotros ese 3 de junio.

"Creo que hay cambios y soy una persona que confía muchísimo en las generaciones de pibes que hoy tienen veintipico, veinte, quince. O sea, esos pibes me parece que son los herederos de lo que empezamos a hacer nosotros ese 3 de junio". Hinde Pomeraniec

Me parece que ahí es donde lo vamos a poder ver bien, con convicción, quiero decir, porque hay muchos que le prestan atención más por miedo al escrache que por convicción. Pero me parece que en los chicos más jóvenes —y las chicas ni hablar— está la convicción de eso. Ni Una Menos generó el campo propicio para que desde los medios salieran las noticias de los femicidios de la paginas policiales y pasaran a estar en la página de sociedad. Eso es un cambio radical en la concepción de qué es un femicidio, que ya no haya que explicar la palabra femicidio es un cambio radical. Y yo insisto con los Lanata o, del otro lado, los Duggan, pueden hacer un poco de ruido porque hacen escándalo esos periodistas, pero me parece mucho más profundo el cambio que se dió en los periodistas de base, editores, que nos consultan cuando están escribiendo libros, cuando hacen un tuit y de pronto te preguntan ¿Estuve mal con esto? ¿no me van a venir a matar? No importa. Está bien que teman esa reacción. Me parece bien. Bueno, porque yo también me cuido con lo que escribo. Y eso me parece bien. 

Pia: Sí, coincido con eso, lo veo más como espectadora de los medios, como lectora, pero me da la impresión de que hay nuevos umbrales, nuevos umbrales de tolerancia y también nuevos regímenes de visibilidad. Así como desde hace dos años estábamos diciendo que el aborto ha salido de la clandestinidad, yo tengo la impresión de que antes salió de la clandestinidad la violencia de género y probablemente estemos en procesos de salidas de otras cosas y eso modifica mucho el modo en que se comunica desde los medios. Y, como decía Hinde, hay una sensibilidad generacional en juego en la cual me parece que podemos confiar mucho. Pero... como para no terminar tan optimista, al mismo tiempo, falta. 

Hinde: Falta mucho, falta mucho. No hay que dar nada por ganado. Coincido por completo. Y en ese sentido, el libro de Pablo Stefanoni sobre la nueva derecha es clarísimo. Y me parece que tiene que ver con el modo en que uno cuida aquello que llama la idea de libertad. O sea, siempre la idea de libertad está asociada a los muy chicos, a la transgresión. En el libro de Pablo se dice mucho eso de que la izquierda en general lo que hizo fue minimizar los efectos de lo que podría ocurrir con ese otro pensamiento y no darse cuenta de que había cosas que daba por sentadas y que en realidad terminaron en manos de los otros. Hay que repensar todo el tiempo. Y en relación a los comunicadores, cuando yo te digo Lanata, del mismo modo te digo Viviana Canosa, que es peligrosa. Por supuesto que es peligrosa. Pero yo creo que no es modélica. No me parece que Viviana Canosa sea modélica. Lanata fue modélico hace mucho tiempo, hoy tampoco es modélico, me parece, es una impresión. 

Pia: Así como digo que confío mucho en les pibes, que están dando una discusión contra el binarismo, contra el modelo más heteronormativo, que es fenomenal, al mismo tiempo está apareciendo un tipo de militancia juvenil muy transexcluyente, que es lo que más me preocupa en ese sentido. Ahí, así como yo creo que Ni Una Menos tiene esa fuerza pienso que al mismo tiempo hay que seguir discutiendo.

  • Plaza recomienda consultar informes e investigaciones sobre medios y género de la Defensoría del Público:

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