medios, internet y política

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12 jul 2021

por Miriam Lewin

Bienvenida

La Plaza está abierta

Plaza es el nombre de la nueva revista digital de la Defensoría del Público. Como todas las plazas, ésta es un espacio público, donde nos juntamos a peticionar, a protestar y a celebrar. La Defensora del Público, Miriam Lewin, da la bienvenida a Plaza, revista de medios, internet y política.

La plaza es un lugar de encuentro. Donde nos juntamos para peticionar, para protestar, para celebrar. Ahí vamos para que nos vean, para que nos tomen en cuenta. Y también, para divertirnos. Allí coincidimos, pero también manifestamos nuestras diferencias. Es un espacio donde nos hacemos oír.

La plaza es pública. Hay muchas plazas, en todo el país. Algunas más emblemáticas que otras. Todas son un espacio común, donde acudimos en busca de libertad, donde somos iguales. 

Por eso, elegimos este nombre para la revista digital de la Defensoría del Público. Es esta plaza un ámbito abierto para expresar opiniones, publicar investigaciones, conocer nuestros recorridos, revisar nuestra historia, analizar nuestros errores y soñar el futuro, sobre todo, pero no únicamente, en lo que se refiere a los medios de comunicación.

Desde hace años, vivimos una transformación arrolladora en cuanto a la manera en que nos comunicamos y nos informamos. Lo revolucionario del proceso en lo tecnológico no incluye, sin embargo, el cambio de manos de la propiedad, la democratización verdadera del escenario. De modo que en la plaza, en el ágora en la que recibimos contenidos y también los generamos como audiencias, sigue habiendo quienes tienen voces más potentes y tapan con esa potencia lo que tienen para decir los más vulnerables. Y, sobre todo, están quienes a veces sin la intervención de una persona humana, pueden censurar alegando que algo que publicamos es inconveniente, sin rendir demasiadas cuentas sobre el proceso y los fundamentos.

Como la internet, las redes sociales nacieron generando esperanza de que la libre expresión no fuera solamente patrimonio de quienes tienen la propiedad de un medio de comunicación, de ser un punto de encuentro, como la plaza, un ágora. Y ese potencial democratizador, por un lado, no defraudó. Fue gracias a una convocatoria hecha en junio de 2015 a través esas redes, por dar solamente un ejemplo, que cientos de miles de  mujeres y LGBTTTIQ de todas las edades y extracciones sociales inundaron las calles y las plazas, sí, las plazas, para reclamar políticas que frenaran una hemorragia dolorosa, y cotidiana, la de los femicidios. El grito de Ni Una Menos germinó en lo virtual y se hizo multitud en la calle.

Foto: María Candelaria Lagos (TELAM)

Pero esas redes se constituyeron también en un canal para la violencia machista. Las más atacadas son las mujeres. Una investigación hecha en 7 países de América Latina por Comunicar en Igualdad sobre violencia digital de género reveló que las periodistas son atacadas en Twitter por sus opiniones políticas y personales aún más que por sus notas y que eso limita su libertad de expresión. Los varones también reciben agresiones, pero de las mujeres se pone en duda la capacidad intelectual, se las denigra por su apariencia física y son blanco de expresiones sexistas. Como consecuencia, algunas de ellas decidieron dejar de abordar determinados temas o pensaron en cerrar sus cuentas. Los ataques, a veces coordinados, terminan minando su libertad, silenciándolas. Las empresas en las que trabajan, en su mayoría, no las respaldan: las dejan solas. Las temáticas que más violencia contra ellas desatan son la política y las reivindicaciones de género, aún el uso del lenguaje inclusivo. Hay quienes tienen más recursos para defenderse. Usan la ironía, el humor para responder. A veces, otras mujeres e integrantes del colectivo LGBTTTIQ intervienen para sostenerlas, las rodean con su sororidad.

En el ejercicio de su derecho a la participación, las mujeres políticas también tienen que pagar un alto costo por expresarse, y ese costo es generalmente su dignidad. Para descalificar sus opiniones, usuarios, trolls o bots se meten con su vida íntima, familiar u orientación sexual, con su salud mental o presuntos consumos problemáticos. Se las acusa de haber llegado donde están por ser amantes, esposas o hijas de varones con poder. Fuera de las redes, porque la violencia también circula en los medios tradicionales, se las interrumpe, se las invisibiliza o son objeto de maniobras de desinformación, que cuando pueden ser desmentidas, no tienen la misma difusión que la publicación original. No se privilegian sus propuestas o proyectos, sino a menudo cuestiones banales, como la crítica o el elogio a su vestimenta. 

La consecuencia es que redes y medios dejan de ser un espacio democrático, el debate se intoxica y su calidad se degrada. Este fenómeno es una de las manifestaciones de la violencia política por razones de género, que esté incluida en la ley 26.485, la ley de protección integral a las mujeres, y afecta a todas, no importa a qué espacio político pertenezcan. Ofelia Fernández, la legisladora de la ciudad de Buenos Aires electa después de su militancia estudiantil, durante la cual fue reiteradamente atacada es considerada un caso emblemático por la cantidad de agresiones de las que fue objeto, dijo "No les importa hacia dónde caminemos, lo que les molesta es que nos movamos". 

Ofelia cerró su cuenta personal en Twitter en abril pasado. 

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, había hecho lo mismo en marzo, con un post que es un verdadero diagnóstico de en qué se han convertido algunas redes. La catalana, que llegó al poder después de largos años de activismo por el derecho a la vivienda, dejó atrás un millón de seguidores, y no porque le rehuyera a las discusiones, sino porque prefiere las basadas en ideas y argumentos. 

"A mí que me critiquen, me pregunten o me discutan no solo no me molesta, sino que lo acepto y me gusta. La política es diálogo y debate, y gracias al intercambio de opiniones e informaciones, podemos mejorar. Cuando empezó Twitter, tenía mucho de eso. Por desgracia, en los últimos años es sabido por todos que la red se ha llenado de perfiles falsos y anónimos que intoxican e incitan al odio. Muchos de ellos, incluso comprados con dinero por la extrema derecha. Entre una cosa y la otra, el hecho es que la red y el algoritmo acaban ocupando mucho tiempo y mucha energía... En este contexto, he llegado a la conclusión de que a la política le sobra ruido, testosterona y proclamas de tuit fácil y necesita más empatía, complejidad, escucha, pedagogía y matices".

Algunas cifras dicen que Twitter y otras redes sociales son meramente un microambiente, pero hay que reconocer que lo que sucede en ese micromundo tiene una profunda repercusión en las vidas de quienes participan y tal vez demasiado rebote en otros medios que ni bien una publicación en una red se viraliza, la convierten en noticia.

En el año de un proceso electoral de medio término y con la esperanza de que el debate sea saludable, la Defensoría del Publico firmó con la Cámara Nacional Electoral un Compromiso Ético Digital y con FATPREN y SIPREBA, las agrupaciones sindicales de trabajadores y trabajadoras de prensa, el Pacto Ético contra la Desinformación. Además, elaboró con académicas, periodistas y políticas las Recomendaciones para el Abordaje de la Participación Política de las mujeres y LGBTTTIQ, para  contribuir a morigerar el impacto de la violencia política por razones de género en medios y redes.

En este camino nos encontramos con esta Plaza, un ámbito para expresar opiniones, publicar investigaciones, conocer nuestros recorridos, revisar nuestra historia, analizar nuestros errores y soñar el futuro. Una plaza que ya está abierta.