medios, internet y política

Sorry, your browser does not support inline SVG.
30 nov 2021

por Marina Sánchez de Bustamante y Carolina Justo von Lurzer

Ilustración: Juli Alvarez

Juego de espejos

Una plataforma para el desmadre: las vidas de las madres importan

No es que antes no haya habido madres en la ficción, todo lo contrario, pero desde hace unos 5 años la madres emergieron como vidas que importan, y el desmadre como el verosímil audiovisual actual sobre las maternidades.

Podríamos analizar la actual oferta de series que retoman de algún modo la maternidad para preguntarnos si hay algo novedoso en ellas o si generan alguna transformación o ruptura con una línea de representación previa. Alerta spoiler: no vamos a hacer eso.

Un poco por principios —no analizamos los medios ni los productos culturales preguntándonos si hacen o no algo sino cómo hacen lo que hacen y por qué— y otro poco porque pensar las industrias culturales en clave de novedad oscurece en general la conexión que eso que vemos en la tele o en las plataformas tiene con la propia historia de la tele y con lo que viene ocurriendo en el mundo del que esa industria audiovisual forma parte. Palabras clave: Memoria cultural y contexto.

Lo que vamos a hacer entonces es plantear un movimiento que sí notamos en la forma en que las series (y otros productos: libros, documentales, ficciones cinematográficas, discursos en redes, etc.) se acercan a la maternidad. Creemos que desde hace un poco más de un lustro existe una tendencia a poner en el centro de la escena el ejercicio de la maternidad desde una mirada biográfica que focaliza en el malestar, el exceso, el humor y que no esquiva las desigualdades de género y las violencias patriarcales y capitalistas. Parece un montón, lo es. Porque este tiempo, creemos, es el tiempo histórico de insistir en que la maternidad puede ser para muchas un desmadre.

Madres y maternidades

Madres como personajes fuertes o clave en las tramas narrativas de nuestras ficciones han habido siempre. Tan es así que sería imposible nombrarlas a todas; seamos injustas y aleatorias: Yocasta, mamá Cora, la Tota y la Claudia para quienes devoramos la última ficción sobre El 10. Sí, y todas esas otras que se les están ocurriendo ahora y que siempre —siempre— están ahí.

Lo mismo ocurre con la maternidad como un motivo, como un aspecto particular pero no el único ni necesariamente estructurante de las historias. Tematizar la maternidad como parte de la vida cotidiana de las mujeres es algo recurrente en la ficción, incluso las dificultades para llevarla adelante, sea desde un registro humorístico —el ama de casa desesperada y la del sexo en la ciudad— o un registro padeciente e inquietante —la mami pin-up con su mística de la feminidad, las chicas buenas que delinquen, la maternidad en la enfermedad de lxs hijxs y tantas otras—.

Sí puede pensarse que en los últimos años hay un conjunto de ficciones que vincula frecuentemente la maternidad con las violencias de género tanto en la versión policial —Big Little Lies (2017), Little Fires Everywhere (2020), The Undoing (2020), Mare of Eastown (2021), etc.— como en clave dramática esperanzadora —Maid (2021)—. Estas y otras series reponen las violencias ejercidas contra las madres y también contra lxs hijxs y reparan en las violencias institucionales y en la construcción de redes entre mujeres. Da para varios artículos pero al menos queremos señalarlo y recomendar maratón.

Desmadres 

“Pasaron tres meses y aquí están. Ya pasó la novedad. Las decisiones que tomen ahora importan de verdad. Ya no vienen en primer lugar de nada. Y no sirve quejarse de lo que perdieron: tonicidad muscular, sueño, libertad. Mejor veamos qué ganaron. Culos más gordos, estrías, acné adulto, hemorroides. Y un bebé indefenso. Bienvenidas a la maternidad”, dice Ambrose, la doula coordinadora del grupo de madres primerizas en el primer capítulo de la serie australiana The Letdown que lleva por título “Decepción”.

En la década anterior, emergió en la cultura de masas un repertorio de ficciones —como Según Roxi (2015), The Letdown (2016) y Workin’ Moms (2017)—, que ponen en el centro de la escena el maternaje y sus diversas implicancias. Entre ellas, el puerperio y sus matices emocionales, la feminización del cuidado, la difícil compatibilización entre el trabajo doméstico y el asalariado, las exigencias de las viejas y nuevas normativas de crianza y las permanentes evaluaciones morales que recaen en las madres. Como dijimos, estas dimensiones en particular y otras, más orientadas a modalidades de violencias laborales, económicas, psicológicas y físicas, no son exclusivas de las ficciones que aludimos. En ese sentido, las complejidades, los sinsabores y la heterogeneidad del universo materno no son necesariamente una novedad. Pero la particularidad de organizar las historias a partir de la experiencia maternal como perspectiva narrativa central o como una deriva de otra temática, subraya un tiempo en que maternar se problematiza como una práctica con relevancia suficiente para llevarla a la discusión pública. Frente a este paisaje de ficciones en torno y sobre la maternidad, nos preguntamos, ¿qué constituye al desmadre como verosímil audiovisual actual?

Maternar se problematiza como una práctica con relevancia suficiente para llevarla a la discusión pública.

Un aspecto destacable de las series televisivas que pivotean en el maternaje es que sus historias están impulsadas por lo biográfico: sus creadoras identificaron que podían tironear de su propia experiencia y evocar un relato en el que la sobrecarga mental y de tareas por la sobrecarga de exigencias hacia las madres componen una melodía que, en loop, indica que la perturbación vital de maternar en esos términos es arrasadora. La tracción del malestar por los arreglos y desarreglos que atraviesan quienes maternan para adecuarse, y también para escapar, de las normativas sociales de la maternidad empujó a actrices a producir guiones que iluminan ficcionalmente algunas de las vivencias propias o que identificaron en sus entornos: Catherine Reitman se situó como Kate para protagonizar Workin’ Moms, Julieta Otero es Roxi —la mami progre de Según Roxi— y Alison Bell es la puérpera Audrey en The Letdown. La biografización del maternaje, la puesta en representación pública de lo que en parte fue transcurrido íntimamente, es un movimiento que —coincidente con el de otros textos de la cultura de masas— expresa el discurso incontenible en que se transita la experiencia de criar: asimilando y resistiendo las atribuciones culturales, en convivencia con el amor, la culpa, la tristeza, el aturdimiento, la inseguridad, la decepción y los destellos de felicidad. 

El relato audiovisual no sitúa a los personajes en una perspectiva informada por un marco feminista, pero sí las ubica en la gestión cotidiana de situaciones que enlazan con la agenda de género.

Y ese impulso no ofrece un panfleto activista ni determina un decálogo de procedimientos que liberen de las angustias a lxs que maternan. Más bien, las ficciones nacidas desde las biografías personales pueden pensarse como la elaboración cultural de una transformación en proceso. En tal sentido, las madres de estas historias transitan vidas privilegiadas (por sus rasgos de clase, raza, identidad de género y orientación sexual) inscriptas en los límites de las lógicas sociales. El relato audiovisual no sitúa a los personajes en una perspectiva informada por un marco feminista, pero sí las ubica en la gestión cotidiana de situaciones que enlazan con la agenda de género: las desigualdades en la rutina familiar, el desinterés por la salud emocional perinatal, la carencia de políticas laborales que acompañen y garanticen los requerimientos del cuidado, la interrupción voluntaria del embarazo.

Algo muy importante, entonces, para pensar estos objetos es que en estas ficciones no hay un rechazo a la maternidad sino una explicitación del malestar que puede generar y una invocación a poder cuidar en otras condiciones. Estas historias dejan clara la necesidad de distribuir equitativamente los cuidados y modificar las culturas institucionales en los ámbitos laborales que invisibilizan o directamente rechazan no sólo la responsabilidad del cuidado que tienen lxs trabajadorxs sino su deseo de cuidar. Nuestra única aspiración no es ser profesionales a destajo. Estas ficciones exponen la vieja alianza entre patriarcado y capitalismo. 

Eso sí, seguimos siendo mostradas como locas, dramáticas, conflictivas, desbordadas, pero parece que ahora es tiempo de empezar a poner ese desmadre en contexto. Estas series se ofrecen como una buena plataforma.